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Chancay: el puerto que quiere conectar a Sudamérica con el mundo (y que aún no tiene carretera)

  • Foto del escritor: Alfredo Arn
    Alfredo Arn
  • 4 nov
  • 4 Min. de lectura
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A 78 kilómetros al norte de Lima, entre los cerros áridos de la costa peruana, emerge una obra que promete reconfigurar el mapa logístico del Pacífico sur; el megapuerto de Chancay. Inaugurado en noviembre de 2024 como la primera terminal portuaria 100 % inteligente de Sudamérica, su muelle ya recibe buques de hasta 18,000 TEU y su patio de contenedores opera sin un solo chofer al volante. Pero la infraestructura más avanzada del continente corre el riesgo de convertirse en una isla tecnológica si no se resuelve antes un problema muy terrenal: llegar hasta él por carretera.

El corazón tecnológico de Chancay late gracias a una red 5G híbrida —la única en un puerto sudamericano— que combina espectro público de Claro y una red privada de Huawei. Con latencias de menos de 10 ms, la red mueve 60 vehículos autónomos eléctricos, 18 grúas STS y ARMG y cientos de sensores IoT que reportan, entre otros, la temperatura de 25,000 contenedores de arándanos, uvas y aguacates que salen semanalmente hacia Asia. El resultado: tiempos de giro de buque reducidos a 24 horas y una productividad 50 % superior al promedio regional.

La inteligencia artificial actúa como cerebro distribuido. Algoritmos de visión por computadora identifican rostros y placas para control de acceso; modelos de aprendizaje profundo re-rutean contenedores cuando detectan congestión; y plataformas de Big Data predicen cuándo una grúa necesitará mantenimiento con 48 horas de anticipación. Todo ello sin intervención humana directa: los operarios están sentados en una sala de control a 300 km, manejando equipos como si jugaran un videojuego de alta definición.

Pero la “fábrica de datos” que es Chancay depende de una variable que ningún algoritmo puede optimizar: el asfalto que llega hasta sus puertas. Hoy el 92 % de la carga entra y sale por la Panamericana Norte, una vía de dos carriles que ya registra 22,000 vehículos diarios y cuyo peaje de Chancay colapsa en temporadas de exportación. El último estudio de la Asociación Sudamericana de Puertos advierte que, sin nuevas vías, el tráfico pesado se duplicará en 2026 y los tiempos de tránsito interno se encarecerán un 35 %, borrando la ventaja competitiva que aporta la automatización.

El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) ha respondido con un plan hasta 2032 que parece sacado de un simulador de infraestructura; 180 km de nuevas vías, 15 intercambios y 9 pasos a desnivel. La pieza clave es el Corredor Vial Lima-Chancay-Callao, que incluye un paso a desnivel en el km 79 de la Panamericana y una “vía evitamiento” de 15 km que desviará camiones de 60 toneladas fuera del casco urbano de Chancay. La obra, financiada con un préstamo de 600 millones de dólares del Banco Mundial, está en licitación y debería entrar en ejecución en 2025.

El segundo eje es ferroviario; un tren mixto de carga y pasajeros que unirá Lima con Barranca (240 km) y que tendrá una rama de 18 km hasta el puerto. La concesión fue adjudicada a un consorcio peruano-chino que prevé 18 trenes diarios con capacidad para 1,500 contenedores por sentido. El ferrocarril no solo aliviará la carretera, sino que reducirá en 40 % la huella de CO₂ del transporte de carga, clave para que Chancay mantenga su certificación de puerto verde.

El tercer frente apunta al interior del país. Se están rehabilitando tres rutas de montaña que conectan la costa con la sierra productiva: Ambo-Oyón-Huaura, Huayllay-Acos-Huaral y Huayllay-Canta-Lima. Estas vías permitirán que la papa de Huánuco, el café de Junín y el cacao de San Martín lleguen a Chancay en menos de 8 horas, ampliando el área de influencia del puerto de 3 a 9 regiones y beneficiando a 45,000 productores que hoy exportan a través de Callao, con costos 20 % más altos.

La urgencia de estas obras quedó evidenciada en la primera semana de operación del puerto; 1,200 camiones quedaron varados en un tapón de 14 km entre Chancay y Huaral cuando un camión cisterna volcó en el Serpentín de Pasamayo. La congestión obligó a reprogramar la salida de dos buques y a activar por primera vez el protocolo de “ventana horaria dinámica”, un algoritmo que asigna turnos de entrada al puerto según la velocidad promedio de la carretera en tiempo real.

Mientras tanto, en la sala de control del puerto, los ingenieros chinos y peruanos ya trabajan en la versión 2.0; un “gemelo digital” que replica en 3D toda la red vial y que simula el impacto de cada obra antes de que exista. El modelo predice que, si el corredor vial y el ferrocarril entran en servicio en 2027, el área de influencia de Chancay se extenderá 1,200 km hacia el sur (Chile) y 1,500 km hacia el norte (Ecuador), convirtiéndolo en el hub logístico del Pacífico sur y capturando 30 % del tráfico que hoy pasa por Panamá.

La apuesta es de altísimo riesgo y de altísimo retorno; si el Perú logra entregar las vías a tiempo, Chancay no solo será el puerto más moderno de América Latina, sino la primera puerta de entrada terrestre de Asia al corazón de Sudamérica. Si falla, la inteligencia artificial y la red 5G terminarán administrando un hermoso elefante blanco mirando al mar. La historia recuerda que los puertos no viven de tecnología sola; necesitan carreteras que los lleven al mundo y trenes que traigan al mundo hasta ellos.

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