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Mejores prácticas de seguridad para implementaciones de IoT en redes LoRaWAN y LPWAN

  • Foto del escritor: Alfredo Arn
    Alfredo Arn
  • 9 oct
  • 4 Min. de lectura
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La expansión del Internet de las cosas (IoT) ha impulsado el uso de tecnologías de bajo consumo y largo alcance como LoRaWAN (Long Range Wide Area Network) y otras redes LPWAN (Low-Power Wide-Area Network), especialmente en aplicaciones de ciudades inteligentes, agricultura de precisión y monitoreo ambiental. Sin embargo, la naturaleza distribuida y la exposición física de estos dispositivos implican riesgos de seguridad significativos. A diferencia de las redes tradicionales, los dispositivos IoT en LPWAN operan con recursos limitados, lo que requiere un enfoque de seguridad adaptado a sus restricciones energéticas y computacionales. En este contexto, la implementación de mejores prácticas de seguridad desde la fase de diseño es esencial para garantizar la confidencialidad, integridad y disponibilidad de los datos transmitidos.

Uno de los pilares fundamentales para la seguridad en redes LoRaWAN es el aprovisionamiento seguro de dispositivos. Durante la fabricación o el onboarding, cada dispositivo debe ser inyectado con claves criptográficas únicas (como AppKey, NwkSKey y AppSKey), evitando el uso de claves compartidas o predefinidas. La utilización de Hardware Security Modules (HSMs) o elementos seguros (Secure Elements) permite proteger estas claves contra ataques de ingeniería inversa o acceso físico no autorizado. Esta práctica mitiga el riesgo de que un dispositivo comprometido afecte a toda la red, ya que cada identidad es criptográficamente única y trazable.


LoRaWAN incorpora mecanismos de cifrado nativos basados en el estándar AES-128, que opera a dos niveles: el nivel de red (NwkSKey) y el nivel de aplicación (AppSKey). Aunque este cifrado proporciona una capa de protección, su eficacia depende exclusivamente de la gestión segura de claves. Las claves no deben ser transmitidas en texto plano ni almacenadas en servidores sin protección. Además, se recomienda separar físicamente el servidor de red del servidor de aplicación, de modo que ni el operador de red ni terceros puedan acceder a los datos del usuario sin autorización explícita. Esta separación de responsabilidades refuerza el principio de menor privilegio y limita la superficie de ataque.


La autenticación mutua entre el dispositivo y la red es un proceso crítico durante el procedimiento de legitimidad reciproca (join) en LoRaWAN. Este proceso utiliza un AppKey precompartido para derivar las claves de sesión (NwkSKey y AppSKey) de forma dinámica. Para fortalecer este mecanismo, se recomienda implementar Join Servers dedicados que actúen como autoridades de certificación locales, validando la identidad del dispositivo antes de permitir su acceso a la red. Además, se debe evitar el uso de over-the-air activation (OTAA) sin validación adicional, ya que puede ser vulnerable a ataques de replay o de suplantación de identidad si no se incluyen contadores de secuencia (frame counters) bien gestionados.


La segmentación de red y la adopción de una arquitectura de confianza cero (Zero Trust) son estrategias esenciales para limitar el impacto de un posible compromiso. Los dispositivos IoT deben estar aislados en VLANs dedicadas, con reglas de firewall estrictas que restrinjan el tráfico solo a los servicios necesarios. Además, se debe implementar microsegmentación a nivel de aplicación, de modo que un dispositivo no pueda comunicarse directamente con otro sin pasar por un punto de control centralizado. Esta arquitectura no solo reduce la superficie de ataque, sino que también facilita la detección de comportamientos anómalos a través del monitoreo continuo del tráfico.


La actualización segura de firmware Over-The-Air (OTA) es una capacidad crítica para mantener la seguridad a lo largo del ciclo de vida del dispositivo. Dado que los dispositivos LPWAN suelen estar desplegados en ubicaciones remotas y de difícil acceso, las actualizaciones OTA deben ser firmadas digitalmente y verificadas antes de su instalación. Se recomienda utilizar un bootloader seguro que valide la firma del firmware y rechace cualquier imagen no autorizada. Además, se debe implementar un mecanismo de recuperacion (rollback) seguro que permita recuperar el dispositivo en caso de fallo durante la actualización, garantizando así la continuidad del servicio sin comprometer la seguridad.


El monitoreo continuo y la detección de anomalías son componentes clave de una estrategia de seguridad proactiva. Dado que los dispositivos LPWAN transmiten datos de forma esporádica y de bajo ancho de banda, es fundamental utilizar sistemas de detección de intrusos (IDS) adaptados a estos perfiles de tráfico. La implementación de SIEM (Security Information and Event Management) especializados permite correlacionar eventos de múltiples fuentes (gateways, servidores de red y aplicación) para identificar patrones sospechosos, como intentos de join repetidos, desbordamientos de contadores o cambios inesperados en la metadata del dispositivo. Estos sistemas deben estar integrados con políticas de respuesta automática, como la suspensión de dispositivos comprometidos o la revocación de claves.


Finalmente, la seguridad en redes LoRaWAN y LPWAN no puede depender exclusivamente de mecanismos técnicos; requiere un marco de gobernanza robusto que incluya políticas internas claras, auditorías periódicas y capacitación continua del personal. Las organizaciones deben establecer procedimientos para el retiro o cambio seguro de dispositivos, incluyendo la eliminación criptográfica de claves y datos sensibles. Además, se recomienda adherirse a estándares internacionales como el ETSI EN 303 645 o el ISO/IEC 27400, que proporcionan directrices específicas para la seguridad en IoT. Solo a través de una combinación de medidas técnicas, administrativas y operativas será posible garantizar la resiliencia de las implementaciones de IoT en entornos LPWAN a largo plazo.

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