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El futuro Geopolítico de los Aranceles y la Guerra Económica de EE.UU.

  • Foto del escritor: Alfredo Arn
    Alfredo Arn
  • 21 jul
  • 2 Min. de lectura
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La política arancelaria agresiva de EE.UU. está debilitando el orden económico multilateral, favoreciendo acuerdos bilaterales y regionales. La OMC enfrenta una crisis sin precedentes, mientras potencias como China promueven bloques alternativos, como el reciente pacto comercial con Corea del Sur y Japón.


Las empresas están acelerando la relocalización de sus operaciones hacia países aliados ("friendshoring"), especialmente en sectores estratégicos como semiconductores y energía limpia. Sin embargo, este proceso será lento y costoso, generando incertidumbre en el corto plazo.


La guerra comercial se enmarca en una competencia más amplia por el dominio tecnológico y militar. China ha respondido con restricciones a la exportación de minerales críticos, mientras EE.UU. presiona con aranceles y controles a la inversión en sectores sensibles.


Europa, Canadá y México enfrentan un dilema, resistir las medidas unilaterales de EE.UU. sin romper la alianza estratégica. El T-MEC está bajo presión, y la UE evalúa represalias coordinadas para proteger su industria.


La OCDE proyecta una desaceleración económica mundial, con un crecimiento estimado de solo 2.9% en 2025. Los aranceles están elevando la inflación en EE.UU. (hasta 3.5%) y reduciendo el comercio internacional entre un 4% y 9%.


Brasil y México, afectados por aranceles del 10% y 25%, buscan diversificar mercados y acercarse a China. Sin embargo, esta estrategia conlleva riesgos de dependencia y tensiones diplomáticas con Washington.


Filipinas y otros países de la ASEAN intentan equilibrar su relación con EE.UU. y China, mientras fortalecen el comercio intraregional para reducir vulnerabilidades.


Analistas estiman un 60% de probabilidad de recesión en economías avanzadas para 2025. Además, la militarización de disputas comerciales, especialmente en Taiwán, aumenta el riesgo de confrontación.


Naciones como Brasil y Perú podrían beneficiarse en sectores agrícolas, mientras que EE.UU. impulsa una relocalización industrial selectiva en áreas estratégicas.


El uso de los aranceles como arma económica está generando una serie de consecuencias geopolíticas y económicas a nivel global:

  • Incertidumbre y Volatilidad: La imprevisibilidad de las decisiones arancelarias crea un clima de incertidumbre que desalienta la inversión a largo plazo y genera volatilidad en los mercados financieros.

  • Reconfiguración de las Cadenas de Suministro: Las empresas se ven obligadas a rediseñar sus cadenas de valor para mitigar los riesgos arancelarios, lo que implica costos significativos y una transición que podría llevar años.

  • Erosión del Multilateralismo: La preferencia por acciones unilaterales en detrimento de los mecanismos de resolución de disputas de la OMC debilita las instituciones que han regido el comercio mundial durante décadas.

  • Inflación y Costos para el Consumidor: Los aranceles, en última instancia, son pagados en gran medida por los consumidores a través de precios más altos en los bienes importados.

  • Nuevos Bloques y Alianzas Comerciales: La actual dinámica podría fomentar la creación de bloques comerciales regionales más cerrados, en detrimento de un sistema global integrado.


El resultado más probable es un orden económico multipolar, con bloques comerciales rivales y mayor inestabilidad. A largo plazo, EE.UU. podría perder influencia global, mientras China y otros actores ganan terreno en un sistema menos dependiente del dólar.


La guerra económica de EE.UU. no solo afecta el comercio, sino que redefine el poder global, con consecuencias impredecibles para la estabilidad política y económica mundial.

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