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Android vs. iOS y más allá: El panorama actual de los SO móviles

  • Foto del escritor: Alfredo Arn
    Alfredo Arn
  • 11 ago
  • 3 Min. de lectura
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En 2025, el mercado de sistemas operativos (SO) móviles está dominado por Android e iOS, que juntos controlan más del 96% de la cuota global. Sin embargo, actores como HarmonyOS de Huawei están ganando terreno, especialmente en Asia, reduciendo la dependencia de tecnologías estadounidenses. Los SO modernos han evolucionado para integrar capacidades avanzadas de IA, compatibilidad con dispositivos plegables y conectividad 5G/satélite, lo que redefine la experiencia del usuario. A pesar de esto, la fragmentación de dispositivos y versiones de SO sigue siendo un problema crítico, con más de 24,000 modelos Android activos y múltiples versiones de iOS en circulación.


La diversidad de hardware y software plantea enormes retos para desarrolladores y fabricantes. Por ejemplo, una aplicación bancaria debe funcionar sin errores en un iPhone 15 Pro y en un Samsung A20e de 2019, además de adaptarse a pantallas plegables y wearables. Esta complejidad exige plataformas de testing en la nube con miles de dispositivos reales para garantizar compatibilidad, un proceso costoso y logísticamente desafiante. La falta de actualizaciones oportunas en dispositivos antiguos agrava el problema, dejando a millones de usuarios vulnerables a amenazas de seguridad.


Los SO móviles enfrentan amenazas sin precedentes en 2025; phishing impulsado por IA, malware preinstalado en dispositivos de bajo costo y ataques de SIM swapping. La autenticación multimodal (huellas, reconocimiento facial 3D) y el cifrado avanzado son esenciales, pero muchos fabricantes no priorizan estas medidas en gamas económicas. Además, regulaciones como el GDPR y leyes de privacidad electrónica exigen transparencia en el manejo de datos, lo que obliga a los SO a implementar controles más estrictos sobre permisos y consentimiento.


La expansión del 5G y la incipiente tecnología 6G demandan SO optimizados para velocidades ultrarrápidas y baja latencia. Sin embargo, la variabilidad en la cobertura y las transiciones entre redes (5G/4G/Wi-Fi) pueden degradar el rendimiento de aplicaciones críticas, como videollamadas o pagos móviles. Los SO también deben gestionar eficientemente el consumo de energía, ya que aplicaciones mal optimizadas drenan baterías rápidamente, afectando la experiencia del usuario.


Los SO modernos ya no operan de forma aislada. Deben integrarse con dispositivos IoT (hogares inteligentes, wearables) y servicios en la nube, lo que introduce nuevos puntos de vulnerabilidad. Por ejemplo, un smartwatch con firmware desactualizado puede convertirse en una puerta de entrada para ataques a redes corporativas. Soluciones como UEM (Unified Endpoint Management) son clave para centralizar el control de dispositivos heterogéneos.


La batalla por la innovación es feroz; iOS apuesta por ecosistemas cerrados con IA integrada, mientras que Android y HarmonyOS priorizan la personalización y compatibilidad con múltiples marcas. Startups y nichos (como sistemas para smartwatches) están desafiando a los gigantes, aunque enfrentan barreras de adopción. Un ejemplo destacable es HarmonyOS Next, que busca reducir la dependencia de Huawei del código abierto de Android.


La presión por reducir desechos electrónicos está impulsando diseños modulares y uso de materiales reciclados en dispositivos. No obstante, la obsolescencia programada sigue siendo un problema; WhatsApp, por ejemplo, dejó de soportar dispositivos con iOS 12 o Android 5.0, afectando a usuarios con equipos antiguos. Los SO deben equilibrar la innovación con la inclusividad para no dejar atrás a segmentos de población con menos recursos.


Los sistemas operativos móviles en 2025 son más potentes pero también más complejos. Su éxito dependerá de resolver tensiones clave: seguridad vs. comodidad, innovación vs. acceso universal, y fragmentación vs. estabilidad. La colaboración entre fabricantes, desarrolladores y reguladores será crucial para construir ecosistemas móviles que sean seguros, eficientes y equitativos

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