PERÚ, EL PAÍS MÁS RÁPIDO CREANDO STARTUPS... Y EL MÁS LENTO FINANCIÁNDOLAS
- Alfredo Arn
- 27 nov
- 3 Min. de lectura

El Perú se convirtió en 2025 en el ecosistema de startups digitales de mayor crecimiento en países de renta media, con una expansión explosiva del 20.2% que superó a naciones vecinas y atrajo la atención de inversiones globales. Según el ranking internacional de StartupBlink, el país escaló al puesto 67 mundial y sexto en Sudamérica, consolidándose como un polo emergente de innovación en tecnologías de la información y comunicación. Este despegue se materializó en 151 startups activas que recaudaron más de 32.15 millones de dólares en el último año, una cifra que refleja tanto el potencial como la subcapitalización crítica que aún enfrenta el sector.
La radiografía del ecosistema muestra una paradoja; mientras el Perú lidera en velocidad de creación de empresas, su capitalización total es marginal comparada con economías como Chile o Colombia, que captan cientos de millones de dolares anuales. La concentración geográfica resulta extrema; Lima acapara el 65% de las startups, las aceleradoras y el capital de riesgo, dejando ciudades como Arequipa y Trujillo en fase de incubación temprana. Este desequilibrio genera una brecha digital territorial que el gobierno busca cerrar con programas como BioAcelera 2025, destinado a potenciar ciencia y tecnología en regiones.
Los sectores de mayor dinamismo revelan una diversificación estratégica. La fintech domina con Yape—la plataforma del Banco de Crédito que camina hacia convertirse en el primer unicornio peruano con ocho millones de usuarios—y Keynua, una startup de videofirmas que ingresó al prestigioso acelerador Y Combinator. En edtech, Crehana lidera con dos millones de usuarios en 25 países y 70 millones de dólares recaudados en 2021. La salud digital con inteligencia artificial emerge con soluciones como eRx para diagnóstico de tuberculosis y Yanadevn para detección de dengue, mientras la agtech innova con drones y algoritmos de monitoreo climático.
El impacto laboral es imparable pero exige recualificación urgente. Proyecciones globales indican que el 23% de los puestos de trabajo cambiará en los próximos cinco años por automatización, mientras el 50% de las empresas peruanas identifica la falta de talento digital como su principal obstáculo. Startups como Emptor, que verifica identidades en diez países latinoamericanos, y Fitco, que gestiona gimnasios en siete naciones, generan empleos cualificados pero enfrentan dificultades para encontrar desarrolladores, científicos de datos y especialistas en ciberseguridad.
En el contexto latinoamericano, el Perú compite en un mapa con 77 ciudades identificadas como nuevos hubs de innovación, donde Brasil, México y Chile atraen la mayoría de los fondos de Sequoia Capital y Andreessen Horowitz. La región invierte solo el 0.6% de su PIB en investigación y desarrollo, una décima parte de Corea del Sur, lo que limita la escalabilidad de las startups más allá de la fase piloto. La falta de armonización regulatoria, especialmente en fintech, fragmenta mercados que deberían ser regionales.
La carrera por el primer unicornio peruano está en su punto crítico. Crehana, con su modelo de educación tecnológica, y Yape, con su dominio en pagos móviles, son las candidatas favoritas para alcanzar una valoración de mil millones de dólares antes de 2027. Sin embargo, la brecha de capital permanente amenaza este potencial; mientras el mundo invirtió más de 100,000 millones de dolares en inteligencia artificial en 2024, el Perú captó menos del 0.03% de esa cifra, evidenciando una infraestructura de capital de riesgo subdesarrollada.
Los desafíos estructurales son tres y exigentes. Primero, el capital de riesgo debe multiplicarse por diez para competir regionalmente. Segundo, la desconcentración geográfica requiere replicar el éxito de Lima en regiones con potencial, aprovechando talento universitario en Arequipa y acceso a mercados en el norte. Tercero, el 23% de la fuerza laboral necesita recualificación masiva en IA, análisis de datos y desarrollo de software para evitar que la transformación genere desempleo estructural en lugar de prosperidad compartida.
A pesar de las brechas, el horizonte es prometedor. El Perú Tech Week 2025 articula emprendedores, corporaciones y gobierno en una visión conjunta. Programas como Startup Perú, que cofinancia proyectos, y BioAcelera, que acelera startups científicas, demuestran que la política pública puede catalizar el crecimiento. La clave está en convertir la velocidad de creación en capacidad de escalar; de las 151 startups, al menos una docena ya opera en más de cinco países, validando que el modelo peruano puede ser exportable.
El Perú no solo participa de la transformación digital latinoamericana, sino que la lidera en dinamismo. Pero sin una estrategia de capital de riesgo robusta, sin desconcentrar la innovación más allá de Lima y sin invertir masivamente en talento, este crecimiento exponencial arriesga estancarse en el valle de la muerte que separa las promesas locales de los éxitos globales. La próxima década definirá si el país se convierte en un hub tecnológico de clase mundial o en un caso de estudio sobre oportunidad perdida.







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