La estrategia espacial del Perú: Consolidación institucional y cooperación internacional en el uso del espacio satelital
- Alfredo Arn
- 22 nov
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Actualizado: 6 dic

El Perú ha desarrollado una política espacial coherente centrada en la Comisión Nacional de Investigación y Desarrollo Aeroespacial (CONIDA), entidad adscrita al Ministerio de Defensa creada en 1974 y formalizada como agencia espacial nacional mediante la Ley N° 29075 en 2007. Este marco institucional se articula con un contexto global donde la ONU y la OCDE promueven activamente la ciencia y tecnología espacial como motor del desarrollo sostenible, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. El mercado de servicios de valor agregado de observación de la Tierra proyecta alcanzar $9 mil millones para 2027, con el 76% de la demanda concentrada en desarrollo y gestión de desastres, sector donde el PerúSAT-1 ya demuestra capacidad operacional significativa, reduciendo costos y generando beneficios que, según estudios OCDE, se extienden mayormente fuera del sector espacial (57% de ahorros operacionales, 59% en ingresos y 71% en empleo).
La misión de CONIDA se orienta a promover, investigar y desarrollar ciencia y tecnología espacial generando productos que contribuyan al desarrollo socioeconómico y la seguridad nacional, posicionando al Perú como actor regional. Esta visión se materializa a través de seis direcciones especializadas que abarcan astronomía, geomática, tecnología de lanzadores e instrumentación científica. La estructura refleja una concepción integral del desarrollo espacial que integra investigación básica, desarrollo tecnológico y aplicaciones operacionales, generando beneficios que, según la OCDE, impactan positivamente en agricultura, salud y gestión de desastres, alineado con la Agenda 2030 y la Visión del Perú al 2050.
La piedra angular de las capacidades satelitales peruanas es el sistema PerúSAT-1, adquirido mediante contrato con Airbus Defence and Space en 2014 y operativo desde 2016. Este satélite proporciona imágenes de muy alta resolución espacial (70 cm/píxel), convirtiéndose en el sistema más potente de la región. Desde su operación, ha generado más de 104,000 imágenes, destinando el 43% a investigación nacional y prevención de desastres. La operación se concentra en el Centro Nacional de Operaciones de Imágenes Satelitales (CNOIS), infraestructura declarada de interés nacional en 2006 y fortalecida en 2025 con GeoApp, plataforma que integra inteligencia artificial nacional para procesamiento automatizado, permitiendo detección instantánea de cambios ambientales y respuesta a emergencias como derrames de petróleo o deforestación ilegal.
La cooperación estratégica con Estados Unidos representa el eje más robusto de la diplomacia espacial peruana. El Acuerdo de Conciencia de Situación Espacial (SSA), firmado en abril de 2023 y actualizado en mayo de 2025 entre CONIDA y el Comando Espacial de EE.UU., otorga acceso privilegiado a datos de seguimiento satelital de alta calidad para el PerúSAT-1 y futuras misiones. Este acuerdo incluye servicios avanzados exclusivos, conexión directa con expertos del 18° Escuadrón de Control Espacial y la entrega programada de un telescopio en 2025 para la detección de desechos espaciales, consolidando la capacidad de vigilancia orbital del país en un contexto donde la ONU promueve activamente la cooperación internacional para maximizar beneficios pacíficos del espacio.
En mayo de 2024, el Perú se convirtió en el país número 41 en suscribir los Acuerdos Artemis, comprometiéndose con principios de exploración espacial responsable y sostenible de la Luna, Marte y más allá. Esta adhesión, sumada al memorando de entendimiento con la NASA previsto para noviembre de 2024, establece un marco de cooperación que incluye entrenamiento en seguridad espacial, estudios de factibilidad para cohetes sonda, asistencia técnica para lanzamientos suborbitales y la fase 2 del proyecto SERVIR Amazonia con una inversión de US$2.1 millones de USAID. La participación en estos acuerdos refuerza el compromiso peruano con la gobernanza espacial internacional alineada a los principios de la ONU y la OCDE.
La estrategia peruana se caracteriza por una diversificación deliberada de alianzas que incluye cooperación con China a través de la Organización de Cooperación Espacial Asia-Pacífico (APSCO), de la cual es miembro desde 2005, y participación en proyectos como la Estación Internacional de Investigación Lunar. Esta apertura multipolar permite acceder a tecnologías complementarias sin dependencia exclusiva, mientras participa en ejercicios multilaterales como OPERATION HARPY SUR, anidado dentro del RESOLUTE SENTINEL 2023, con Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, EE.UU. y Reino Unido. Esta experiencia contrasta con políticas espaciales más consolidadas en Argentina (desde 2005 con CONAE) y Brasil (SINDAE coordinado por AEB), evidenciando la necesidad peruana de formalizar un marco similar.
El marco regulatorio nacional ha evolucionado para soportar el crecimiento del sector, con operadores como Americatel Perú, Cirion y Perusat autorizados en la banda 3,600-3,800 MHz. Contratos recientes como los $85 millones adjudicados a Gilat (Israel) para modernización de banda ancha satelital en regiones andinas demuestran la integración de capacidades comerciales al desarrollo nacional. La incorporación del Perú al Blue Dot Network en 2024 como primer país latinoamericano refuerza estándares de calidad en infraestructura espacial. No obstante, el presupuesto asignado a CONIDA para reducción de riesgo de desastres mediante tecnología espacial, establecido en el Decreto de Urgencia Nº 014-2019, carece de partidas adicionales que permitan maximizar el impacto económico multi-sectorial documentado por la OCDE.
Las capacidades endógenas constituyen el pilar de soberanía tecnológica, representando habilidades desarrolladas autónomamente que complementan adquisiciones externas. La Dirección de Tecnología Espacial (DITEC) mantiene un programa continuo de cohetes sonda con instrumentación científica diseñada internamente, mientras el CNOIS procesa datos mediante algoritmos propios. La investigación de clima espacial liderada por la Dirección de Astronomía y el proyecto Perú Campaign (2028) con NASA Goddard demuestran capacidad para formular hipótesis científicas originales. Estos desarrollos permiten al Perú negociar en igualdad con agencias líderes, aunque la falta de una Política Nacional Espacial formalizada limita la sostenibilidad de estos esfuerzos, según reconocen instituciones nacionales.
El componente educativo y de desarrollo humano constituye una capacidad institucional estratégica. El Mapatón, concurso implementado desde 2021, utiliza imágenes satelitales reales del PerúSAT-1 para resolver desafíos nacionales, creando una base de talento especializado. La participación ciudadana es significativa: 54,897 asistentes a eventos organizados por CONIDA entre 2017-2019, con reconocimiento del 90% de valoración positiva similar a encuestas europeas donde el 94% ve el sector espacial como estimulante de investigación y el 87% como promotor de cooperación internacional. Esta percepción favorable, sin embargo, no se traduce en el Sistema Nacional de Planeamiento (SINAPLAN), que no integra adecuadamente la ciencia espacial en sus lineamientos estratégicos.
La experiencia comparada de la región ofrece lecciones relevantes. Argentina declaró la actividad espacial como Política de Estado prioritaria en 2005 mediante Decreto 532, creando la CONAE y lanzando satélites SAC y ARSAT. Brasil estableció su Política Nacional de Desarrollo de Actividades Espaciales mediante Decreto N°1.332, promoviendo autonomía técnica a través del SINDAE coordinado por la AEB. Chile presentó su Política Nacional Espacial en 2013 con visión al 2020 centrada en competitividad internacional. Estos casos demuestran que países con políticas espaciales formales logran mayor integración interinstitucional y aprovechamiento económico, un déficit que el Perú debe superar ante la oportunidad de crecimiento de un mercado donde 70 países ya invierten en tecnología espacial.
Finalmente, la estrategia espacial peruana demuestra una transición hacia un modelo maduro de gestión espacial que integra soberanía tecnológica, cooperación estratégica y participación en arquitecturas internacionales. La consolidación institucional de CONIDA, sumada a una red de acuerdos bilaterales y multilaterales que privilegian la calidad técnica, posiciona al Perú como actor emergente. Sin embargo, la ausencia de una Política Nacional Espacial formalizada, la limitada integración en el SINAPLAN y el presupuesto insuficiente para maximizar impactos constituyen barreras críticas. La próxima década será decisiva para materializar estas bases en un ecosistema espacial integral que, alineado con la normativa nacional y los estándares internacionales (OCDE, ONU, Acuerdos Artemis), beneficie no solo los intereses de seguridad nacionales sino que contribuya activamente a la sostenibilidad espacial regional.







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