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La estrategia detrás del 5G peruano: ganadores, tácticas y futuros desafíos

  • Foto del escritor: Alfredo Arn
    Alfredo Arn
  • 16 sept
  • 3 Min. de lectura
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La reciente asignación de la banda de 3.5 GHz, culminada por OSIPTEL desde finales de 2023, marca el pistoletazo de salida para la nueva era digital del Perú. Este espectro radioeléctrico, considerado la "banda dorada" a nivel global, fue adjudicado en bloques de 50 MHz a los tres grandes operadores: Entel Perú, Telefónica del Perú (Movistar) y Claro Perú. Este paso es crítico y habilitante, ya que sin este recurso esencial era imposible desplegar una red 5G comercial a gran escala en el país.

Sin embargo, el proceso no estuvo exento de estrategias competitivas agresivas. Bitel, el operador propiedad del gigante vietnamita Viettel, participó activamente en la subasta, pujando de manera intensa en las primeras rondas. Su objetivo no era ganar espectro, sino actuar como un disruptor; elevar los precios finales para obligar a sus competidores a desembolsar más capital, debilitándolos financieramente y ralentizando su capacidad de inversión posterior en el despliegue de red.

La razón detrás de esta táctica fue una regla clave de las bases del concurso: el límite de acumulación espectral de 100 MHz. Bitel ya contaba con 90 MHz en la banda de 2.3 GHz, por lo que solo podía adjudicarse un máximo de 10 MHz adicionales en 3.5 GHz. Dado que el bloque más pequeño a subastar era de 50 MHz, su participación estaba condenada desde el inicio. Al retirarse, dejó a sus rivales con una factura más elevada, consolidando una ventaja competitiva relativa a corto plazo.

Con el espectro asignado, las perspectivas de negocio futuro son inmensas. Para los operadores, la monetización inmediata vendrá de planes de internet móvil con velocidades muy superiores al 4G. No obstante, la verdadera oportunidad reside en el segmento empresarial (B2B). La tecnología de "network slicing" permitirá crear redes virtuales a medida para industrias clave como la minería 4.0, agroindustria, manufactura y salud, habilitando servicios como la operación remota de maquinaria, telemedicina de alta fidelidad y fábricas inteligentes.

Este despliegue también impulsará un ecosistema paralelo de innovación. Startups y empresas de tecnología peruanas encontrarán un campo fértil para desarrollar aplicaciones y soluciones software que aprovechen las capacidades del 5G. Surgirán oportunidades en consultoría, integración de sistemas e Internet de las Cosas (IoT), dinamizando el mercado laboral tecnológico y creando nuevos modelos de negocio.

Sin embargo, este avance tecnológico conlleva un riesgo social primordial; la ampliación de la brecha digital. El enfoque inicial de la inversión será inevitablemente urbano y de alto valor, dirigido a clientes corporativos y segmentos de alto poder adquisitivo en Lima y capitales regionales. Esto podría crear un Perú conectado con 5G de última generación y otro, rural y de bajos recursos, que sigue luchando por una conexión 4G básica.

El alto costo de los dispositivos compatibles con 5G actúa como otra barrera de entrada, excluyendo a una gran parte de la población del acceso inicial a esta tecnología y profundizando la desigualdad en el acceso a la información y las oportunidades digitales.

Afortunadamente, la misma tecnología ofrece la herramienta más prometedora para contrarrestar este efecto: el 5G Fixed Wireless Access (FWA). Esta tecnología permite usar la red 5G como un sustituto de la fibra óptica para ofrecer internet domiciliario de alta velocidad. Su despliegue es más rápido y económico, siendo ideal para conectar zonas se

miurbanas y rurales de manera eficiente.

El Estado peruano tiene un rol crucial que jugar a través de políticas públicas con enfoque social. Proyectos existentes como "Internet para Todos", impulsado por el FONAFE, pueden asociarse con los operadores para utilizar la capacidad del 5G y desplegar redes FWA en zonas de baja rentabilidad. Este modelo, posiblemente con subsidios, puede hacer viable el negocio y llevar conectividad de alta calidad a las regiones menos atendidas, impulsando la productividad local, el teletrabajo, la educación en línea y la telemedicina.

Finalmente, el concurso del 3.5 GHz no fue solo una transacción comercial, sino la definición del panorama digital peruano para la próxima década. El desafío ahora es implementar un modelo de despliegue dual; uno comercial que financie la innovación en las ciudades y otro con impacto social que utilice el FWA para cerrar la brecha. El éxito del 5G en el Perú no se medirá solo por su velocidad, sino por su capacidad de convertirse en una verdadera herramienta de inclusión y desarrollo equitativo para todo el país.

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