El cuello de botella invisible: cómo los 50 MHz limitan el potencial real del 5G
- Alfredo Arn
- 16 sept
- 3 Min. de lectura

La reciente asignación de 50 MHz en la banda de 3.5 GHz a cada gran operador en el Perú marca el inicio oficial de la era 5G en el país. Sin embargo, para entender el verdadero potencial de esta tecnología, es crucial comprender una regla simple; en el mundo de las telecomunicaciones, el espectro es como una carretera y los Megahertz (MHz) son sus carriles. La diferencia entre operar con 50 MHz y 100 MHz es la diferencia entre una avenida rápida y una autopista de última generación de múltiples pistas.
Con 50 MHz, los operadores peruanos pueden lanzar un servicio 5G legítimo y funcional. Esta capacidad permite velocidades de descarga muy superiores a las del 4G, posibilitando experiencias enriquecidas como streaming en 4K, realidad aumentada y videollamadas de ultra alta definición. Para la mayoría de usuarios, este salto será abismal y suficiente para sus necesidades inmediatas. Es la base necesaria para comenzar.
No obstante, el verdadero potencial revolucionario del 5G se despliega con 100 MHz. La ventaja más evidente es la velocidad bruta. Duplicar el ancho de banda prácticamente duplica la velocidad máxima teórica. Mientras 50 MHz puede ofrecer picos de 1.5 Gbps, 100 MHz puede superar los 3 Gbps, acercándose a la experiencia de una fibra óptica verdaderamente inalámbrica.
Más importante aún que la velocidad pico es la capacidad. Imagine un estadio lleno durante una final o un centro comercial en rebajas. Una red de 100 MHz puede manejar a miles de usuarios simultáneamente conectados sin que la experiencia se degrade para ninguno. Con 50 MHz, la red inevitablemente sufrirá congestión en estos escenarios, ralentizando las velocidades para todos. Los 100 MHz garantizan una experiencia consistente y de alta calidad en entornos masivos.
Esta mayor capacidad también es la llave para la transformación industrial. La función de network slicing o "rebanado de red" permite crear circuitos virtuales independientes para diferentes industrias. Con 100 MHz, un operador puede destinar una porcion de 20 MHz para una mina automatizada, otro de 30 MHz para telemedicina y mantener el resto para usuarios comunes, todo sin comprometer el rendimiento. Con 50 MHz, estos servicios empresariales de misión crítica competirían por un mismo ancho de banda limitado.
Desde una perspectiva técnica, gestionar un bloque contiguo de 100 MHz es más eficiente. La red dedica menos recursos a gestionar la conexión (overhead) y más a transmitir datos útiles. Es como tener un camión de carga grande en lugar de dos pequeños; se transporta más mercancía con menos viajes y menos combustible.
Para los operadores, esta disparidad se traduce en una ventaja competitiva. Aquel que pudiera ofrecer 100 MHz podría comercializar su red como "la más potente del país", atrayendo no solo a usuarios premium sino también a clientes corporativos dispuestos a pagar por servicios de ultra baja latencia y alta confiabilidad que los 50 MHz no pueden garantizar tan fácilmente.
Entonces, ¿por qué el Perú empezó con 50 MHz por operador? La respuesta yace en la equidad y la regulación. Las normas de OSIPTEL establecieron un límite de acumulación espectral para evitar la concentración del recurso. Asignar 50 MHz a cada uno asegura una competencia balanceada desde el primer día, obligando a los operadores a competir por la calidad de su despliegue y cobertura, no solo por la posesión del espectro.
El camino no termina aquí. Los 50 MHz son el carril de aceleración, no el destino final. El futuro de la capacidad del 5G peruano dependerá de la liberación de nuevas bandas, como los 6 GHz o las ondas milimétricas en 26 GHz. Esta espectro adicional permitirá a los operadores "agregar" más carriles a su autopista, alcanzando el rendimiento completo que promete la tecnología.
En sintesis, el despliegue inicial con 50 MHz es un paso monumental y positivo para el Perú, pero es solo la primera etapa. El viaje hacia habilitar aplicaciones que aún no imaginamos, hacia una transformación digital total de la industria y hacia una conectividad masiva sin congestiones, requerirá inevitablemente ampliar esta autopista. Los 100 MHz no son un lujo, sino la meta necesaria para no quedarnos en una versión limitada de la revolución 5G.







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