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Drogas y Geopolítica: Un Vínculo Peligroso en el Mundo Actual

  • Foto del escritor: Alfredo Arn
    Alfredo Arn
  • 4 jun
  • 2 Min. de lectura
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En el escenario global de 2025, la intersección entre las drogas y la geopolítica se ha vuelto más compleja y preocupante. Los mercados ilícitos ya no solo operan en las sombras, sino que son instrumentalizados por Estados y grupos de poder como herramientas de influencia y control. Este fenómeno, conocido como "geocriminalidad", se manifiesta en acciones como el tráfico de drogas para financiar conflictos, la manipulación de mercados ilícitos para desestabilizar regiones, e incluso el uso de sustancias como arma en guerras híbridas. Diversos países han sido señalados por emplear redes criminales para evadir sanciones internacionales o avanzar agendas políticas.


Los productos de vapeo, inicialmente diseñados como alternativas al tabaco, ahora son vehículos para sustancias psicoactivas no reguladas, como cannabinoides sintéticos, nitacenos (opioides potentes) e incluso ketamina. Estas sustancias, muchas veces etiquetadas erróneamente, representan un riesgo para la salud pública y son aprovechadas por grupos criminales para expandir sus mercados. Por ejemplo, en Australia y Europa se han reportado casos de dependencia y sobredosis vinculados a líquidos de vapeo adulterados con opioides sintéticos. Esta tendencia refleja cómo la innovación en drogas ilícitas se adapta a las demandas globales, desbordando los esfuerzos de control.


La rivalidad entre EE. UU. y China, junto con conflictos regionales como los de Ucrania y Myanmar, ha creado un caldo de cultivo para economías ilícitas. En Myanmar, por ejemplo, el tráfico de opio, metanfetaminas y jade financia a grupos armados y perpetúa la inestabilidad . De manera similar, en Ucrania, se ha documentado el consumo de drogas entre soldados para sobrellevar el trauma de la guerra, mientras que otros utilizan redes criminales para evadir sanciones y financiar operaciones. Estos ejemplos ilustran cómo el narcotráfico se entrelaza con la seguridad nacional y la estrategia geopolítica.


El cambio climático también está reconfigurando el mapa del narcotráfico. Regiones como el Sahel y América Central, afectadas por sequías y pobreza, son cada vez más vulnerables al control de cárteles y grupos insurgentes. La escasez de recursos y la migración climática facilitan el reclutamiento por parte de organizaciones criminales, que a su vez diversifican sus actividades hacia el tráfico de personas y la minería ilegal. Este fenómeno exacerba las tensiones geopolíticas y dificulta la cooperación internacional.


Frente a esta realidad, organismos como la UNODC promueven sistemas de alerta temprana para detectar nuevas sustancias psicoactivas, mientras que think tanks como el GI-TOC advierten sobre la necesidad de abordar el vínculo entre crimen organizado y extremismo violento. Sin embargo, la fragmentación del orden mundial y el enfoque transaccional de potencias como EE. UU. bajo una posible segunda administración Trump podrían debilitar los esfuerzos multilaterales.


La combinación de drogas y geopolítica plantea un desafío multidimensional que demanda respuestas innovadoras. Desde la regulación de tecnologías como el vapeo hasta la cooperación internacional para desmantelar redes criminales, es crucial abordar tanto las causas como los efectos de este fenómeno. Solo mediante alianzas estratégicas entre gobiernos, sector privado y sociedad civil se podrá mitigar el impacto de este vínculo peligroso para la seguridad global.

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