Ciberseguridad Militar en el Perú: Retos y oportunidades en la Era Digital
- Alfredo Arn
- 12 ago
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Las Fuerzas Armadas peruanas enfrentan un cambio de paradigma en sus comunicaciones, transitando de sistemas radiales tradicionales a infraestructuras IP y redes cifradas. Esta evolución tecnológica, aunque necesaria, ha expandido significativamente la superficie de ataque, requiriendo nuevas estrategias de protección adaptadas a amenazas cada vez más sofisticadas.
La creación del Comando de Ciberdefensa del Ejército (2020) marcó un hito importante, pero revela una carencia crítica; la falta de integración con las capacidades equivalentes de la Marina y Fuerza Aérea. Esta fragmentación limita la eficacia de la defensa conjunta y dificulta la implementación de protocolos unificados.
El panorama actual muestra una preocupante heterogeneidad; desde sistemas modernos con cifrado AES-256 hasta equipos obsoletos sin soporte de seguridad. Esta desigualdad tecnológica genera vulnerabilidades críticas que podrían ser explotadas en ataques coordinados contra la infraestructura militar.
Aunque la Estrategia Nacional de Ciberseguridad (2021) y el Centro Nacional de Ciberseguridad representan avances institucionales, persisten brechas operativas en el intercambio de inteligencia y coordinación interinstitucional, particularmente en la gestión de incidentes complejos.
El país carece de suficientes profesionales en áreas críticas como criptoanálisis, respuesta a incidentes avanzados y gestión de amenazas persistentes (APTs). Esta brecha de capacidades humanas compromete la efectividad de las medidas técnicas implementadas.
Las Fuerzas Armadas son objetivo prioritario de ataques sofisticados, incluyendo campañas de ciberespionaje contra sistemas de mando y control, así como amenazas a la creciente infraestructura logística digitalizada, que podrían afectar la capacidad operativa en situaciones críticas.
Comparado con países vecinos, el Perú muestra un retraso significativo en capacidades básicas como centros de operaciones de seguridad (SOC) militares con monitoreo 24/7, sistemas avanzados de control de amenazas (threat hunting) y arquitecturas de red segmentadas con cifrado integral.
Los programas de colaboración con aliados como EE.UU. proporcionan valiosa experiencia, pero no sustituyen la necesidad de desarrollar capacidades autónomas. Es crucial convertir este conocimiento adquirido en capacidades permanentes mediante laboratorios nacionales de ciberdefensa.
Se requiere con urgencia un plan estratégico que priorice: (1) estandarización tecnológica conjunta, (2) programas intensivos de formación especializada, (3) integración de sistemas de defensa y (4) estructuras de mando unificadas con autoridad operativa real.
La ciberseguridad militar ha dejado de ser un tema técnico para convertirse en pilar fundamental de la defensa nacional. Su desarrollo efectivo requiere visión estratégica, inversión sostenida y compromiso institucional al más alto nivel, reconociendo el ciberespacio como dominio operativo tan crítico como los tradicionales.







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